México es un país joven. Millones de personas menores de 30 años representan una fuerza social, cultural y política de enorme valor. Sin embargo, frecuentemente son excluidos de la toma de decisiones y enfrentan obstáculos para acceder a empleos dignos, educación de calidad y espacios de representación.
La juventud no debe verse como un problema a resolver, sino como una oportunidad a potenciar. Escuchar sus demandas, integrar su visión del mundo y reconocer su capacidad de liderazgo es clave para construir un país más justo e innovador.
Los jóvenes han estado al frente de movimientos por el medio ambiente, la equidad de género, la justicia digital y los derechos estudiantiles. Su creatividad, dominio de la tecnología y sensibilidad ante las desigualdades los hacen agentes fundamentales de cambio.
Fomentar su participación política, cultural y económica requiere políticas públicas enfocadas en su autonomía: acceso a vivienda, créditos, emprendimiento, educación sexual, salud mental y formación ciudadana.
Empoderar a la juventud es apostar por el presente y el futuro del país. Darles voz y voto en todos los ámbitos es fortalecer la democracia, renovar las instituciones y construir una sociedad más inclusiva y representativa.