
La genética estudia cómo se heredan y expresan los rasgos biológicos, mientras que la genómica analiza la totalidad del material genético. Juntas, estas disciplinas han revolucionado la medicina, la agricultura y la biología en general.
El Proyecto Genoma Humano, completado en 2003, fue un parteaguas que abrió la puerta al diagnóstico personalizado, la medicina de precisión y la prevención de enfermedades hereditarias. Hoy es posible secuenciar el ADN en pocas horas y a bajo costo.
En la agricultura, la ingeniería genética permite desarrollar cultivos resistentes a plagas o condiciones climáticas adversas. En salud, los avances permiten tratar trastornos genéticos con terapia génica, e incluso editar el genoma mediante tecnologías como CRISPR.
Pero estos avances también plantean dilemas éticos: ¿debemos modificar embriones? ¿Quién decide qué genes corregir? ¿Qué pasa con la privacidad genética? La regulación debe ir a la par de la innovación para garantizar equidad, seguridad y derechos humanos.
La genética no solo nos ayuda a comprender nuestras raíces biológicas, sino también a imaginar futuros en los que la biología se convierte en herramienta de bienestar, diversidad y responsabilidad.









